A un profesor a punto de jubilarse, le asignan dos grupos diferentes de niños: unos chiquitos y otros que ya van a la secundaria. Todo los días, este profesor enfrenta cuidadosamente las lecciones del programa pero también enfoca su enseñanza de manera singular, intentando crear en su ambiente una amistad entre los niños y estableciendo con ellos y con sus familias relaciones humanas, no sólo basadas en una transmisión de conceptos sino en una amistad, en el respeto mutuo, en una interacción y en la solidaridad. En su práctica y en su relación con los niños y jovencitos, cuida cada detalle, es decir, cada experiencia con el significado profundo de humanidad, cada momento es ocasión propicia para educar, para ser amigo, para dar un consejo, para sonreír y aprender.